viernes, 29 de julio de 2016

Pasados los primeros efectos... Hace falta un mes para crear virtudes

Al parecer, ha sido un éxito el campamento. Los chavales han vuelto a casa mejor que como salieron. Es cierto que no puede ser una experiencia que se mantenga en el tiempo indefinidamente. Por experiencia, un campamento de diez días, aunque pueda ser algo muy bonito, es imposible que cambie drásticamente la vida de un chaval, si no tiene un refuerzo que se mantenga en el tiempo. Habitualmente, hace falta un mes, más o menos, para que determinados actos se conviertan en virtudes.

Por eso es imprescindible que en casa sigan realizando aquellas cosas que empezaron a hacer en el campamento o se perderá el fruto. Si Dios quiere, en agosto, con los monitores que queden en Madrid, haremos alguna otra actividad que mantenga el espíritu del campamento vivo en la retina de los chavales. Luego, en septiembre volverán con las actividades acostumbradas durante el curso, pero lo que realmente se necesita es que la familia se involucre y les acompañéis a Misa, que les facilitéis poder venir a un sagrario a rezar un ratito, que recéis con ellos el Rosario... Que les animéis a confesarse cada dos semanas...

En fin, si queréis que lo que hemos vivido en el campamento se prolongue a lo largo de toda su vida, necesitamos que puedan vivirlo ininterrumpidamente durante al menos un mes.

La pelota está en vuestro tejado.

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